Marta Bordas

MARTA BORDAS

 

Marta Véliz, como era su nombre de soltera y también su nombre artístico, nació en La Habana, Cuba, el 20 de julio de 1930 en el seno de una familia trabajadora en la que el amor y la formalidad eran relevantes, gracias a sus padres Antonio Véliz y Caridad Álvarez. Sus primeros intereses fueron la música y el baile. Ya en su adolescencia Marta comenzó a destacarse por su belleza física. Esta notable cualidad le valió la proposición de un trabajo como modelo en la década de 1950, que fue el período más importante en su vida artística. Uno de sus contratos fue con las populares cervezas Cristal y Tropical, producidas en Cuba (Tropical era la empresa y Cristal era su  marca más vendida), que ella hizo famosas en una multitud de anuncios en los que su imagen llamaba la atención mucho más que el producto mismo. 

Casi paralelamente con su labor como modelo, Marta comienza su carrera como corista en el cabaret Tropicana, el más famoso de Cuba,  alcanzando un gran éxito al destacarse por su belleza, y también logra trabajar en la televisión cubana en comedias junto a celebridades como Rosa Fornés y otras muchas. En los famosos carnavales habaneros de esa época, a lo largo del célebre Paseo del Prado, Marta aparecía como primera figura en la carroza de la cerveza Cristal. Pero fue su trabajo en cabaret el que le produjo un estatus permanente y de mayor estabilidad económica.

Poco después de tomar el gobierno de Cuba la revolución socialista, Marta se va al exilio, donde conoce a Diego Emilio Bordas Hernández, dominicano, y les hace un hijo, Diego Alfredo ("Dieguito") Bordas el 4 de junio de 1961 en la ciudad de Nueva York. Marta Véliz pasa a ser Marta Bordas. 

Yo la conocí cuando ya ella vivía sola en un rascacielos en pleno Manhattan. Era en el piso 41, con ventanas cuya vista era dominada por el río Hudson. Allí vivió muchos años visitada por sus amistades. Era una fiel amiga como pocas. Nunca se le oyó emitir comentarios desfavorables hacia otra persona, y para todos los que trabajaron con ella, solo tenía elogios, no importa quien fuese. En todos esos años en que la visité, Marta mostró su fe religiosa, que era su amparo. Sobre una pequeña mesa tenía una Biblia de tamaño grande, y en un librero resaltaba una fotografía del Papa Juan Pablo II (ahora, san Juan Pablo II), al cual ella veneraba. Pero su mayor fervor fue, como lo llamaba ella, “mi Jesús”.

Cuando ya no podía valerse por sí misma y la asistencia constante era una necesidad, y ya siendo octogenaria, Marta Bordas fue internada en la Amsterdam Nursing Home, en el Alto Manhattan, en la avenida Amsterdam, frente a la imponente catedral Saint John the Devine. Allí cerró sus ojos por última vez la gran amiga, la mujer indoblegable, el 23 de octubre de 2023, a los noventa y tres años de edad. 

Marta (Véliz) Bordas vivirá siempre en el recuerdo de todos los que la amamos por su belleza de espíritu, por su lealtad.

 

Marcial Fernández

New York